"Que la cuenten como quieran": un viaje profundo al interior de la barra de Belgrano
El sociólogo Nicolás Cabrera pasó años dentro de la barra de Los Piratas para entender el fenómeno en toda su complejidad. Su mirada choca de frente contra lo que él llama un "sentido común que se repite tanto que se torna una verdad natural". "El libro muestra otros pliegues de estos grupos", dice Cabrera.
Hace años que el abordaje de la cuestión de la violencia en el fútbol argentino se centra en un único sujeto: las barras. Pero ¿qué se sabe realmente de ellas, de su mecánica interna, de su andar como artefacto social? El libro "Que la cuenten como quieran", del sociólogo cordobés Nicolás Cabrera, va por un camino diferente. El investigador pasó años dentro de la barra de Belgrano y volcó su experiencia en su tesis de doctorado, que terminó adaptándose y se convirtió en un libro que mezcla lo académico con la acción en el campo desde una mirada más periodística.
"Por un lado, es una etnografía antropológica. Estamos hablando de un trabajo de muchos años, poniendo el cuerpo como principal vector de conocimiento y aprendizaje. A la hora de llevarlo al papel tuve mucha influencia de la crónica periodística", define Cabrera en diálogo con Cba24N, y destaca que en su libro el relato está en presente, como decisión deliberada para dar "más vértigo" a la lectura.
"Que la cuenten como quieran" se inscribe en una tradición de investigadores que proponen una mirada sobre el tema -¿el problema?- de las barras del fútbol argentino sin los prejuicios de conceptualizaciones estandarizadas que no permiten comprender el fenómeno a fondo, se quedan en la superficie y a lo largo de la historia dieron como resultado legal medidas punitivistas que, con suerte, fueron inútiles (cuando no agravaron la violencia).
En este sentido, Cabrera diferencia en el libro dos miradas sobre la cuestión: economicista acusatoria, que define a las barras "exclusivamente desde la violencia, el delito o el lucro", lo que para el autor es una visión "perfeccionada y complejizada del pánico moral", categoría que "nunca dejó de ser un espanto de clase"; por otro lado, la moral-comprensiva, que rechaza ese postulado de que las barras son solo organizaciones criminales violentas que persiguen como fin participar de los oscuros negociados del fútbol y propone "comprender, más que juzgar, el sentido propio de los barras" y "construir explicaciones sobre sus prácticas y representaciones".
Cabrera admite la dificultad de quebrar la visión estándar sobre los barras, pero se esperanza: "Estamos hablando de algo muy consolidado, muy firme y como todo sentido común se repite tanto que se torna una verdad natural. Si alguien va al libro con expectativa abierta, de aprendizaje y despojándose de los prejuicios, creo que alguna prenoción se puede quebrar".
Para el sociólogo, la dificultad radica en que "las barras son un grupo supernarrado y superestereotipado" pero resalta que "el libro muestra otras complejidades, otros pliegues de estos grupos".
Cabrera se sumerge en el día a día de Los Piratas Celestes de Alberdi como investigador y como hincha. Comparte espacios tanto dentro de la cancha como en actividades fuera de ella. Se vuelve uno más. Ese "poner el cuerpo" se vuelve literal en la anécdota inicial del libro donde relata un viaje a la cancha de Colón de Santa Fe.
"Pelear, viajar y alentar en una barra del fútbol argentino" es el subtítulo del libro y son esos tres verbos los que estructuran el relato después de un comienzo en el que Cabrera le da marco teórico a su trabajo. En ese recorrido, el investigador repasa la historia de Los Piratas Celestes de Alberdi, entrevista a actuales y antiguos miembros y cuenta su propia experiencia.
En el tránsito por esa historia, Cabrera muestra las particularidades de cada etapa: desde los enfrentamientos violentos entre hinchadas rivales a los enfrentamientos con la policía, para luego pasar a las peleas internas -prohibición de visitantes mediante-, un paradigma que se mantiene hasta hoy. En paralelo, Cabrera analiza el aumento preocupante del uso de armas de fuego para resolver las disputas en las barras, lo que tiene como correlato lógico un aumento de la letalidad.
Pero el libro también muestra los otros costados: "La idea es mostrar que en realidad las barras, que son siempre tan tratados como 'otros', tampoco son tan diferentes a lo que nosotros hacemos. La barra termina siendo un grupo donde hay amistades, conflictos, celos, prestigio, respeto. ¿Quién no quiere ser reconocido en el grupo de sus amigos? ¿Quién no quiere ascender socialmente teniendo mejores trabajos?".
Cuestión de clase
Como dijimos más arriba, el sentido común sobre las barras las ve con un "pánico moral" que para Cabrera esconde, en realidad, un "espanto de clase". ¿Las condiciones socioeconómicas de los miembros de las barras determinan sus actos? Responde Cabrera: "Las barras son heterogéneas pero la mayoría (de los integrantes) proviene de sectores populares. Son sectores donde la movilidad social, el reconocimiento, mejorar el poder adquisitivo, son cosas que no se consiguen tan fácil por las vías tradicionales, como el trabajo formal y la educación".
Los barras saben la mirada que pesa sobre ellos. "Son conscientes de que son un chivo expiatorio de un campo. Por eso un poco el titulo 'Que la cuenten como quieran', que es una frase que suelen decir cuando se habla de ellos. Es un colectivo que ya tiene la piel curtida de lo que se dice de ellos. Son conscientes de la hipocresía que hay en torno a ellos: los mismos que los critican en público, en privado los llaman, les piden favores".
Las particularidades de Los Piratas
"En el caso de Belgrano estamos hablando de una barra que tiene buena imagen en el club, frente a los otros hinchas, no todo es estigma y estereotipo. La barra de Belgrano es una barra querida", manifiesta Cabrera. Eso ya la ubica en un lugar diferente de muchas de las barras de otros clubes.
El sociólogo remarca que en Belgrano "la barra siempre tuvo un peso identitario muy fuerte" y recuerda: "Hasta donde yo sé, es el único club al que su sobrenombre se lo da la barra. A Belgrano se lo conoce como los Piratas por su barra, primero viene el nombre de la barra de Los Piratas y después llega al club. Hay una marca de origen que liga al club y a su identidad con la barra".
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Actualmente, en los partidos de Belgrano se intensifica la fiesta en las tribunas cuando el reloj marca el minuto 68. Fuegos artificiales, banderas y distintos tipos de acciones se despliegan al minuto señalado. No es ni más ni menos que una conmemoración del año 1968, cuando se creó Los Piratas Celestes de Alberdi. Los otros hinchas, que no pertenecen a la barra, adhieren.
Es la particularidad de la que habla Cabrera: "Lo del '68 se convirtió en un ritual, desde los jugadores, los dirigentes, las plateas. Mas allá de la retórica contra las barras, también hay que decir que es un espacio que incluye, que integra, que da reconocimiento, que los valora. Y eso es muy claro en Belgrano".
El presente de Los Piratas
Como en toda barra, las situaciones de vacío de poder desatan las tensiones. Algo de eso está pasando actualmente en la barra de Belgrano. Algunos episodios de violencia vinculados a Los Piratas despertaron preocupación en las últimas semanas. "Las peleas internas de las barras no son nuevas, no son recientes. El recambio generacional es inevitable. Los jóvenes terminan desplazando a los viejos. Lo que pasa hoy es entre comillas 'normal'", dice Cabrera.
Sin embargo, el análisis del investigador no termina ahí: "En los últimos años, ese conflicto generacional que existió siempre se da mucho a los tiros. Se da mucho afuera de la cancha y con medios que cada vez son más violentos. Eso es preocupante, yo no estoy acá para juzgar pero es un fenómeno que hay que tener en cuenta: por qué la barra no está pudiendo transitar esos conflictos intergeneracionales de una forma más pacifica".
Aunque admite que la disputa actual es "más letal" también subraya que "ya no pasa adentro de la cancha, no se roba en la tribuna", dando lugar a enfrentamientos "entre ellos, una cosa más marginada" y que deja afuera del conflicto a quienes no son miembros de la barra.