Córdoba: más adolescentes huyen de sus casas durante la pandemia
La Senaf alertó que entre noviembre de 2020 y enero de este año creció un 25% la demanda de chicas y chicos que se fueron de sus hogares por distintas razones. La violencia intrafamiliar, el telón de fondo.
El progresivo levantamiento de las restricciones en lo que va de 2021, desnudó en Córdoba un número creciente de situaciones de violencia infantil, algunas de ellas muy graves.
Y un dato muy preocupante: chicos y chicas que abandonaron sus hogares y que recurrieron al Estado para que los proteja de situaciones de violencia intrafamiliar.
"Tenemos las 16 residencias propias con las que contamos llenas de púberes y adolescentes; algunos llegan directamente a Senaf, o llaman por teléfono y los vamos a buscar y en el interior a veces van al Municipio o a alguna ONG" , dijo Georgina Tavella la titular de la Secretaría de Niñez Adolescencia y Familia (SENAF) de la provincia.
El estrés por la incertidumbre de la cuarentena, el encierro, la pérdida de trabajo y el miedo al covid, fueron algunos detonantes de situaciones de violencia y vulneraciones preexistentes. “Incluso tuvimos situaciones sin antecedentes de violencia en los que hubo que intervenir. Nos pasó que al no haber presencialidad escolar, ni jardines maternales ni siquiera consultas pediátricas, perdimos durante varios meses los lugares en donde saltan habitualmente estas cosas", agrega Tavella.
Si bien hubo casos donde directamente huyeron de sus hogares, en la mayoría fueron los equipos de Senaf los que fueron al rescate. “Ahí nos encontramos con realidades diversas: chicos que no tenían a nadie en su entorno que provisoriamente los pudiera contener y hasta incluso algunos que, aún violentados, no se querían ir", explicó.
A partir de ese momento las historias de estas chicas y chicos toman dos caminos: el judicial, en el que se resuelven las cuestiones penales en caso de que las haya, y el largo sendero de intentar la revinculación con su propio hogar o el de algún familiar cercano. Mientras tanto son alojados en residencias o puestos al cuidado de familias de acogimiento.
Allí surge otra dificultad. "Son muy pocas las familias de acogimiento que aceptan recibir adolescentes" agrega Liliana Gaitán, Directora de Fortalecimiento de SENAF, "por eso, cuando van a una residencia, es importante el acompañamiento para explicarles el contexto en el que se encuentran, decirles que es por un tiempo, y tratar de llevarles la tranquilidad de que durante el proceso de revinculación no van a estar solos”
Desde Senaf revelaron que trabajan para reforzar campañas tendientes a captar el interés de familias de acogimiento que estén dispuestas a alojar temporalmente a púberes y adolescentes en situación de vulnerabilidad.
“La diferencia entre ir a una residencia o ser acogido por una familia, es notable en el impacto que produce en la vida del niño, es increíble”, aporta Gaitán. “Lo vemos con los más chiquitos: cuando están en una institución a cualquier mujer que los asiste la llaman mamá o a cualquier varón papá…se le vuelven difusas esas figuras. Por eso necesitamos que la sociedad se abra más a ellos”