Cordobazos eran los de antes
Una breve reconstrucción histórica sobre los hechos que produjeron la gesta obrera estudiantil que recordamos a 50 años.
Que Agustín Tosco fue el verdadero organizador. Que en realidad si no hubiera sido por la alianza entre Luz y Fuerza y Atilio López, nada hubiera pasado. Que en esa alianza el verdadero hombre clave fue Tomás Di Toffino. Que en realidad el que dio vuelta la tortilla y produjo el movimiento esencial fue Elpidio Torres, porque manejaba la SMATA. Que los estudiantes y los obreros habían afianzado su alianza en los años anteriores y sólo así se puede explicar la revuelta. Que el PC estuvo atrás de todo, articulando, influyendo, rosqueando. Que la izquierda maoísta “los chinos”, se apropió de la historia y en verdad no tuvieron nada que ver. Que algunas agrupaciones de izquierda estudiantiles decidieron no participar de la revuelta e irse a los barrios. Que el país era un hervidero y la presión estalló acá. Que el Integralismo fue parte y que el Integralismo no tuvo nada que ver. Que los radicales sacaron un documento cuatro días antes que estaba en sintonía con la lucha contra el imperialismo. Que el peronismo estaba en todos lados y que estaba escondido.
Todas esas versiones y muchas más para concluir que, aunque todos se la cuentan un poco, el Cordobazo hubiera sido imposible sin todos ellos juntos y muchos más.
Aunque sería imposible citar todos los hechos políticos que precedieron a la revuelta, para entender el Cordobazo es necesario reconstruir lo que se vivía en Argentina en aquellos años. El 28 de junio de 1966 se produjo el Golpe de Estado que derrocó a Arturo Humberto Illia y llevó al poder a Juan Carlos Onganía. Bajo dictadura, el 29 de julio, el Estado Nacional intervino y ocupó las universidades públicas en lo que se conoció como la Noche de los Bastones Largos. Los militares pretendían avanzar en la Universidad porque consideraban que la subversión se filtraba a través de la educación.
En ese contexto el 18 de agosto de ese año los estudiantes cordobeses tomaron en protesta el barrio Clínicas y comenzaron una serie de jornadas de lucha que tuvieron su punto de mayor conflicto el 7 de setiembre. Ese día, la policía intentó evitar una asamblea convocada por la FUC (Federación Universitaria Córdoba) donde convivían el Partido Comunista, el Integralismo y la Franja Morada entre otros. La represión a los estudiantes derivó en la muerte de un joven radical llamado Santiago Pampillón que recibió tres disparos en la cabeza a manos de un policía. Esa muerte profundizó el conflicto e hizo que prácticamente durante todo el año 1966 no hubiera clases en la universidad. Por otro lado, hizo nacer un vínculo sólido entre el estudiantado y los sectores gremiales más combativos.
Bajo dictadura la situación siguió siendo tensa y los militares fueron de a poco intentando cercenar el poder de los gremios y contener con represión las reacciones sociales que generaban la crisis económica y el clima político. Un hecho trascendental es que los partidos políticos fueron declarados ilegales. El propio Tosco en una crónica en la que relata su lectura del Cordobazo, lo describe así: “El aumento de todos los precios de los artículos de uso y de consumo, agotando la capacidad adquisitiva de las remuneraciones. El incremento de la desocupación. La paralización de la Comisión del Salario Vital, Mínimo y Móvil. La imposición del arbitraje obligatorio para los diferendos laborales. La ley de represión de los conflictos sindicales. La intervención a Sindicatos, el retiro o suspensión de personerías gremiales. La eliminación o restricción de las representaciones sindicales en la Empresa del Estado, incluidos los organismos de previsión social. La violación de los contratos colectivos de trabajo. La ley de congelación de salarios. La modificación de la ley de indemnizaciones por despido. El aumento de la edad para acogerse a la jubilación y la eliminación de las compensaciones por años de servicio”.
Es decir que el clima previo a la revuelta era un hervidero al que, en mayo de 1969 comenzaron a sumarse otros factores que fueron determinantes.
El 12 de mayo de 1969 la dictadura sancionó la Ley 18.204 que implementaba el descanso continuado a partir del sábado a las 13 horas (sábado inglés) y todo el domingo, con una jornada semanal de 48 horas. En Córdoba, ya existía el sábado inglés desde la ley provincial 3546 de 1932, pero con una jornada semanal de 44 horas. La consecuencia era que la ley de Onganía aumentaba en Córdoba cuatro horas la jornada semanal, casi un 10 por ciento. La situación produjo una serie de manifestaciones y el anuncio de una huelga general anunciada para el 30 de ese mes.
El 14 de mayo se produjo otro hecho que profundizó la tensión. La Policía reprimió una gran asamblea de la SMATA a la que asistieron 3000 obreros en el club Córdoba Sporting. Al día siguiente, en Corrientes, se produjo una protesta estudiantil conocida como el Correntinazo. En ella resultó muerto un estudiante llamado Juan José Cabral. El día 16 de ese mes, en una marcha estudiantil realizada en Rosario a raíz de la muerte de Cabral, la Policía volvió a reprimir produciéndose otra pueblada que se llamó el Rosariazo.
Mientras tanto en Córdoba se iba preparando el paro del 30 de mayo y con Agustín Tosco (Luz y Fuerza) a la cabeza —de la mano de los estudiantes— comenzó a pensarse en que ese paro, lejos de realizarse con asambleas en los lugares de trabajo, se produjera con una marcha multitudinaria.
Fue así que una tarde de ese mayo Tosco, cuyo sindicato integraba la CGT de los argentinos, de perfil combativo, llamó por teléfono al titular de la SMATA (Elpidio Torres, un peronista ortodoxo que integraba la CGT legalista) y le propuso sumarse a la protesta sacando a sus compañeros a la calle.
Al respecto el relato de ese llamado por parte de Torres en una revista de la época, es memorable:
—Estoy seguro de que cuando Tosco me llamó hizo así (con una mano simulaba sostener el tubo del teléfono y con la otra se agarraba la nariz). Pero tuvimos la grandeza de coincidir en la lucha, por encima de las diferencias.
Con Torres y Tosco de acuerdo más el apoyo de Atilio López (titular de UTA) se conformó el grupo que coordinó la protesta del 29. La primera estrategia fue definir que el paro sería de 37 horas incluyendo los días jueves 29 y viernes 30. El objetivo era que el paro comenzara con los trabajadores ya en las fábricas.
Tosco se reunió con los estudiantes de la FUC para informarles el Plan y desde la organización estudiantil se convocó a asambleas en todas las universidades. A la alianza entre estudiantes y trabajadores se sumaron los partidos políticos que habían sido abolidos en 1966.
El jueves 29 las manifestaciones de trabajadores confluyeron hacia el centro en dos grandes corrientes. Desde el sur una gran columna de trabajadores de SMATA que salió de la vieja IKA-Renault y desde el norte por Avenida Colón y General Paz, los trabajadores de Luz y Fuerza. El objetivo era realizar un acto al mediodía, en la plaza Vélez Sarsfield, pero eso nunca pudo concretarse. A las 11 de la mañana en la esquina de Colón y General Paz se concentraron los lucifuercistas y se sumaron los estudiantes. Junto a ellos, estaban las columnas de metalúrgicos y los mecánicos de las fábricas autopartistas.
Cuando la Policía empezó a reprimir los manifestantes se resistieron recluyéndose hacia barrio Alberdi con apoyo de la población.
A las 12:30 se produjo la primera víctima fatal de los rebeldes. Máximo Mena, delegado de IKA-Renault cayó víctima de un disparo y el rumor se esparció como pólvora. En poco más de dos horas la Policía acabó sus municiones y la ciudad quedó en manos de los manifestantes y de la población que los apoyaba.
Para saber más hay que leer los libros. Lo cierto es que el interventor cordobés debió pedir el apoyo del ejército que recién pudo “recuperar la ciudad” al día siguiente. La protesta no sólo representó una gesta política, sino que también hirió de muerte la dictadura de Onganía. Unos días después todo su gabinete renunció y, aunque él se mantuvo en el cargo por un año más, otra muerte producida a un año del Cordobazo decretó el final de su gobierno… pero esa es otra historia.
Quizá resulte útil volver a Tosco y su reflexión del Cordobazo: “Es la expresión militante, del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días”, escribió y obliga a repensar cuántas de las razones coyunturales que acompañaron la revuelta siguen vigentes.
Finalmente, una pregunta para usted lector que recuerda el Cordobazo como una gesta: ¿Cuántos de los que hoy se rasgan las vestiduras por haber formado parte de la revuelta, la acompañarían hoy?
Gracias a dios vivimos una democracia y estamos lejos de la dictadura que pretendió cerrar las universidades, proscribió los partidos políticos y reprimió a obreros y estudiantes.
Sin embargo, cuántos se levantarían contra las cosas que describía Tosco más arriba: “El aumento de todos los precios de los artículos de uso y de consumo, agotando la capacidad adquisitiva de las remuneraciones. El incremento de la desocupación. La intervención a Sindicatos, el retiro o suspensión de personerías gremiales. La violación de los contratos colectivos de trabajo. La modificación de la ley de indemnizaciones por despido. El aumento de la edad para acogerse a la jubilación y la eliminación de las compensaciones por años de servicio”.
Cuando el actual presidente Mauricio Macri obtuvo democráticamente en un balotaje el 71 por ciento de los votos de esta provincia, algunos llamaron a esa elección “el Cordobazo”. Sin embargo, Cordobazos eran los de antes.