Un grupo de especialistas halló en Corrientes restos fósiles de un perezoso gigante de entre 30 mil y 50 mil años de antigüedad.

El hallazgo corresponde a una pieza ósea y se produjo en la reserva del Arroyo Toropí, ubicada en una barranca sobre el río Paraná en la localidad correntina de Bella Vista, distante 150 kilómetros de la capital.

El descubrimiento estuvo a cargo del profesor Luis Patricio Soler, quien realizaba una caminata por la zona, donde se encuentra una cuenca paleontológica del período cuaternario, en tanto que la exhumación la realizó la tesista doctoral Cecilia Méndez, becaria del Conicet.

La pieza encontrada pertenecería al astrágalo, un componente de una de las patas de un perezoso gigante, que fue trasladada a la capital correntina para su limpieza, restauración y acondicionamiento.

Ese trabajo lo realizará el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal) de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) y el Conicet, donde se estudiará en profundidad el origen del hueso exhumado el viernes último, indicaron las fuentes.

"La pieza tiene como destino el laboratorio de preparación de vertebrados y estimamos que se trata de un hueso que data de entre 30 mil y 50 mil años, ya que, si bien con carbono 14 no hemos podido determinar la antigüedad de los huesos, sí pudimos datar el tiempo del sedimento", dijo a Télam el paleontólogo Alfredo Zurita, coordinador del equipo de investigación del Cecoal.

El resto hallado correspondería a un animal que en vida pudo haber alcanzado entre 700 y 800 kilos cuya especie vivió hasta hace 10 mil años en esa región.

"El análisis geoquímico nos lleva a determinar que los restos que venimos encontrando de un tiempo a esta parte en realidad son de un mismo animal, que luego de morir fue tapado por un curso de agua que desarmó su esqueleto y distribuyó sus partes por diverso puntos de la cuenca", dijo el especialista.

En marzo de 2018 en la reserva Toropí se hallaron restos de tres animales, uno de los cuales era un carnívoro, una categoría infrecuente de encontrar y que tras dos años de estudio se descubrió que eran de un ocelote.