El estado de ánimo de los cordobeses en cuarentena
Un estudio demuestra una disminución en la percepción de felicidad de los vecinos que creen haber estado mejor en diciembre que ahora.
El Centro de Estudios para el Diseño e Implementación de Políticas Públicas realizó un estudio para evaluar el estado de ánimo de los vecinos de la ciudad de Córdoba en el marco del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio dispuesto por el Gobierno Nacional.
Esta investigación revela el estado emocional en el que se encuentran los cordobeses a más de 100 días del aislamiento preventivo y obligatorio; cuáles son las actividades que les gustaría retomar; sus planes familiares, laborales, etc.
El aislamiento social, preventivo y obligatorio produjo cambios en la forma cómo se trabaja, se socializa, se educa, se compra, se maneja la salud y el cuidado de la familia.
También analizamos los sueños, planes y anhelos antes y para después de la cuarentena.
El coronavirus nos mostró que la conexión humana puede propagar enfermedades. Pero también promueve el bienestar. Por eso es importante reconocer el valor de las relaciones para nuestro bienestar.
En los últimos años, diversos Organismos Internacionales como la OCDE y la ONU, autoridades, académicos y profesionales se involucraron activamente en medir el bienestar no monetario de las personas.
La felicidad comenzó a medirse de forma sistemática en 1972 en el reino de Bután, donde se inventó el Índice Nacional de Felicidad.
El índice global de felicidad es una publicación anual de la ONU, que mide la felicidad en 156 países, teniendo en cuenta diferentes factores.
Según el informe de 2019, nuestro país está en el puesto 47 de un total de 156. Finlandia y Dinamarca ocupan los primeros lugares. Sudán del Sur y Zimbabue los últimos.
Para elaborar el informe se utilizan los datos de la Encuesta Mundial de Gallup en la que se pide a los encuestados que puntúen su vida del cero al 10, siendo cero la peor vida posible y el 10 la mejor vida posible.
Además se tienen en cuenta seis factores: niveles de PBI, esperanza de vida, generosidad, apoyo social, libertad y corrupción que se comparan con los de un país imaginario, llamado Dystopia. En Dystopia vivirían las personas menos felices del mundo, de forma que los ciudadanos de cualquier otro país con el que se compare, serán más felices que los de éste.
Para este indicador, The World Happiness Report proporciona datos para Argentina desde 2013 a 2020. El valor medio para Argentina durante ese período fue de 6.4 puntos con un mínimo de 5.97 puntos en 2020 y un máximo de 6.65 puntos en 2016. En 2019 fue de6.086.
La felicidad es el estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno.
Algunas opiniones y conclusiones
Respecto de la felicidad y la satisfacción personal, según el Centro de Estudios para el Diseño e Implementación de Políticas Públicas “se observa una brusca disminución en la porción de aquellos entrevistados que creen que se encontraban más felices en el mes de diciembre que en la actualidad, disminuyó en más de 10 puntos quienes se encontraban bastante felices y en más de 25 puntos quienes se encontraban muy felices. Por lo general tendemos a pensar en los momentos del pasado con añoranza y se evalúan como mejores siempre y cuando no haya habido una mejora significativa en la actualidad o si es que justo en ese momento del pasado no hubo ocurrido un momento de profunda tristeza.”
Siempre según este estudio “La disminución abrupta de la percepción de felicidad desde diciembre al mes de julio, en plena cuarentena, ha sido sumando las respuestas que se relacionan con un bienestar, de más del 30%. y no solo que disminuyó esa sensación, sino que aumentaron abruptamente las respuestas de calificación negativa. Inclusive la respuesta más extrema (los nada felices) aumentaron en un 10%. Razón por la cual se puede inferir que, en el universo de nuestros entrevistados, ha habido una relación absolutamente directa entre la cuarentena, (con todos los rasgos que implica una pandemia mundial) y su percepción sobre su sentimiento de felicidad.”
“Con todo, y a pesar de haber contestado, en una cantidad significativa, que existe un alto grado de infelicidad en las sensaciones, es llamativo el contraste que resulta de las respuestas con la pregunta de satisfacción personal”, plantean los investigadores y concluyen que “una cantidad cercana al 50 % de los casos no estarían insatisfechos con sus vidas (respuestas de los puntos 6 al 10).”
También plantean que “Probablemente esto se deba a que la satisfacción personal tenga un componente acumulativo. Una construcción de hechos, logros resoluciones de situaciones, objetivos propuestos, situaciones grupales (ej. estás satisfecho con la familia que lograste construir) mientras que la felicidad puede estar relacionada con momentos particulares , y más teniendo en cuenta países como el nuestro donde la inestabilidad social, económica, política, no son moneda corriente, no resultaría extraño concluir con que cada momento colectivo negativo, impacta contra nuestra sensación de felicidad pero no contra nuestro grado de satisfacción.”
En este estudio se infiere que “a pesar de estar satisfechos sentimos infelicidad cuando dejamos de tener control sobre nuestras acciones y planes, o al menos cuando no somos capaces de saber si podremos llevar adelante estos planes, independientemente si resulten ser exitosos o no. Más del 89% de nuestras unidades de análisis has manifestado que dejaron inconcluso algún plan que habían iniciado previo a la pandemia. Y el no tener certeza sobre cómo continuaremos o cuándo podremos volver a la nueva normalidad, confabula sobre las seguridades. Y si bien es lineal que esta misma cantidad de personas tienen pensado retomar estos planes, deberemos esperar a que se pueda materializar esa situación y evaluar qué porcentaje en concreto pudo retomar lo que se había propuesto.”
Teniendo en cuenta su situación personal, ¿cómo podría decir que se encuentra? Preguntaron los encuestadores a lo que los cordobeses consultados respondieron: No muy feliz; 43,63%, Nada feliz; 9,07%, Bastante feliz; 38,88% y Muy feliz; 8,42%.
Luego les consultaron que Si la pregunta anterior se la hubiéramos realizado en diciembre del año pasado, ¿qué hubiera contestado?, a lo que los vecinos de nuestra Córdoba dijeron: No muy feliz; 13,82%, Nada feliz; 1,94%, Muy feliz; 34,34%, Bastante feliz; 49,89%.
En el Estudio recatan frases que describen el estado de ánimo de los encuestados para decir que “entre las afirmaciones denotan soledad, depresión, aburrimiento y molesto, podemos sumar un 44% de personas que no estuvieron “cómodas” durante el proceso de la cuarentena. El índice más significativo se reflejó en las respuestas de SOLEDAD, razón por la cual es de esperar que, una vez finalizado este proceso, se revierta significativamente ese número. Habrá que evaluar oportunamente si esta sensación de tinte negativo mejora o son regulares con diferentes situaciones que se sigan presentando en nuestra sociedad. El estancamiento económico, deberá ser analizado en relación a estos factores para contrastar cuáles de los “tormentas” del 2020 ha sido peor.”
Finalmente desde el Estudio plantean nuevos caminos y desafíos a partir de opiniones como la de Tal Ben Shahar, uno de los consultores más importantes a nivel mundial sobre temas relacionados a la felicidad y la satisfacción, nos hace un importante llamado de atención respecto las situaciones post pandemia y los replanteos que pueden haber surgido sobre cambiar hábitos y modos de vida.
“Las redes sociales están inundadas de ideas importantes que han emergido de nuestro sufrimiento colectivo: apreciar la vida más que dar las cosas por seguro, cultivar experiencias valiosas más que acumular cosas, respetar a la madre Tierra y a sus habitantes, desacelerar y simplificar, mostrar amabilidad y compasión, y tanto más. Estas son ideas válidas, indudablemente. Pero ¿perdurarán?” se preguntan los investigadores.
Asimismo plantean que “Investigaciones en Psicología, como también experiencias previas, no pintan una imagen optimista. Justo después de los ataques del 11 de septiembre, se analizaron los cambios producidos en las conductas de las personas y no resultó una sorpresa que se encontrara un incremento significativo en rasgos tales como empatía, generosidad, compasión y benevolencia. En especial entre aquellos que vivían en áreas directamente impactadas por los actos terroristas.”
En el Estudio se da cuenta que “Los neoyorquinos, usualmente conocidos por ser duros e insensibles, estaban muy distintos, más amables, más cordiales. Pero en cuestión de unos pocos meses, volvieron a la normalidad, y aquellos que eran amables antes de la tragedia lo fueron después, mientras que aquellos que eran crueles volvieron a su vieja forma de ser.”
Por otra parte surge un dato relevante “el 22% de quienes contestaron este cuestionario afirman que mejoró su situación de pareja. La expansión de la cuarentena obligó a coexistir durante el confinamiento. Si bien existe casi un 10 % de quienes afirman que empeoró su situación, nos parece sumamente significativo destacar que pese a la convivencia “full time” probablemente se hayan hecho esfuerzos de renovarse en pareja.
El hecho de verse todo el día la cara, parece haber redundado en una oportunidad para consolidar las relaciones y mejorarlas en un número significativo de casos. Aparentemente las tareas del hogar, el reparto de las responsabilidades cotidianas y la posibilidad de “tener más tiempo” ha terminado dejando resultados positivos.”
Respecto de una cuestión crucial y a pesar de casi no existir discusiones sobre la capacidad contagiosa del virus y sobre su letalidad (varía de país a país, pero todos coinciden finalmente en que esto NO era solo una gripe fuerte), desde el Estudio admiten que “existe un alto porcentaje que no estaría totalmente convencido sobre la relación que existe en llevar adelante una cuarentena y el cuidado de la salud.”
Los encuestadores grafican que “No han sido pocas las voces ni las opiniones que han puesto en severo cuestionamiento esta manera de política de salud. Los efectos colaterales, ¿no terminarán provocando secuelas mucho peores que las del propio coronavirus? ¿No terminaremos cayendo en una especie de colapso general? Aparentemente este tipo de preguntas has emergido durante este proceso y particularmente en la ciudad de Córdoba parecen haber hecho mella.”
Respecto de la probabilidad de que muchas personas hayan salido en medio de la pandemia con fines diferentes, desde una consulta médica hasta una visita a algún adulto mayor que necesitaba algún tipo de asistencia los investigadores concluyeron en que “En esos casos más del 50% de quienes manifiestan haber vivido esta particularidad nos dicen que se han sentido seguros. Se tendería a pensar que, en una ciudad sin movimiento, con el comercio cerrado casi en su totalidad, con el servicio de transporte público sin circular, y con muy poca gente en las calles, aumentaría la sensación de inseguridad.
No ha sido de esta manera (al menos en este 50%) y la respuesta puede deberse a que los controles policiales aumentaron en razón de controlar la circulación, y se podían divisar con mayor facilidad a los móviles policiales patrullando, una ciudad desierta.”
Como dato singular, en la encuesta se plantean que “Los cordobeses siempre nos hemos jactado de ser personas con un gran y particular sentido del humor, de ser unos rebeldes desde nuestra fundación, de ser unos isleños con una mirada diferente de los problemas y las preocupaciones.
Pero, según hemos podido observar, en esta situación donde se puso en juego la idea de libertad que cada uno tiene, el hecho de no poder estar cerca de nuestros seres queridos, la interrupción por más de 100 días de la cotidianeidad, esta incertidumbre sobre el futuro inmediato, y la noción – confirmada en diferentes conferencias de prensa- de no saber qué hacer frente a lo desconocido, nos interpeló fuertemente y ha dejado una marcada cicatriz en nuestra ciudad, la que probablemente cure más temprano que tarde, pero sin dudas, cada vez que la observemos recordaremos el golpe y el dolor que tuvimos que afrontar.”
No todo es malo comentan los encuatadores y agregan que “Como en la mayoría de las circunstancias, existen quienes han podido “aprovechar” este stand-by para “resetear” parte de sus hábitos, replantearse relaciones, profundizar las crónicas con sus parejas, para bien o para mal. Pudimos observar de otra manera la presencia o no del Estado en el día a día, en una ciudad donde tuvieron un respiro sus calles y veredas, sus plazas y paseos, el Suquía y la Cañada.”
Si bien hay muchos otros datos que no hemos publicado aquí, nos pareció interesante agregar la conclusión a la que arriban desde el Centro de Estudios para el Diseño e Implementación de Políticas Públicas sobre el estado de ánimo de los cordobeses en cuarentena, un estudio que según sus desarrolladores, demuestra una disminución en la percepción de felicidad de los vecinos que creen haber estado mejor en Diciembre que ahora y lo concluyen planteando que “Como se indicó anteriormente, existe una diferencia cuantitativa considerable entre quienes evalúan su vida como satisfactoria y quienes se encuentran felices. Si consideramos a la satisfacción como una construcción y a la felicidad como momentos determinados, encontraremos que probablemente , este momento de angustia por el que estamos atravesando, incida fuertemente en futuras mediciones respecto de satisfacción, en lo que a felicidad se refiere, poder cuantificar qué porcentaje de los cordobeses no se siente feliz, y qué relación existe entre esta sensación y el buen funcionamiento de los servicios públicos, será determinante para futuros diseños de políticas públicas que tengan como objetivo a las personas en toda su dimensión y no al capricho o al ego de quienes nos gobiernan.”
Fuente: Centro de Estudios para el Diseño e Implementación de Políticas Públicas