Solo alcanzó a decir: “Ustedes no saben cuántas noches sin dormir” y la voz se le quebró. “No saben cuántas lágrimas en la intimidad hemos derramado por las decisiones que había que tomar, pero había un sólo camino: recuperar a Córdoba”, continuó, ya con los ojos rojos vidriosos, mezcla de emoción e impotencia. Era el último discurso que Ramón Bautista Mestre daba como gobernador de Córdoba, el 20 de diciembre de 1998. Dominado por el llanto, le entregaba el poder a José Manuel de la Sota. Terminaba un ciclo -cuatro mandatos radicales en la provincia- y comenzaba otro. 

Recibió la provincia en 1995 de manos de su histórico rival en la UCR, Eduardo César Angeloz, en medio de una fuerte crisis financiera y de rumores de intervención. Fue un traspaso anticipado, para evitar males mayores. Se imponía un ajuste y no le tembló la mano para aplicarlo. Gobernó confrontando con docentes y empleados de la provincia. “Yo eché de la administración pública a 16 mil radicales”, reconoció en el último tramo de su campaña, cuando las encuestas ya vaticinaban su derrota, y admitió también que algunas medidas que tomó no lo dejaban dormir. 

El 6 de marzo de 2003, hace 20 años, murió en la clínica Romagosa, producto de una severa hepatitis C. Tenía 65 años. La enfermedad lo obligó a dejar a medias su última afrenta política: ser nuevamente candidato a gobernador de Córdoba. 

Mestre nació el 21 de agosto de 1937 en San Juan. Se afilió a la Unión Cívica Radical a los 19 años. Se graduó como odontólogo, pero se dedicó por completo a la política. 

Fue intendente de Córdoba desde 1983 a 1991, gestiones en las que probó su capacidad de administrador. La avenida Costanera, una de sus obras emblemáticas, hoy lleva su nombre. Inauguró decenas de escuelas municipales, puso en valor el río Suquía y el Nuevo Mercado de Abasto e incorporó los trolebuses. También terminó con un contrato leonino que el municipio tenía con la empresa recolectora de basura de la familia Macri. 

Ramón Bautista Mestre, de campaña para ser gobernador de Córdoba.

Fue diputado provincial y luego gobernador entre 1995 y 1999. Derrotado por De la Sota, asumió la intervención de la provincia de Corrientes, durante la presidencia de Fernando de la Rúa. “Si sabía, ni loco venía”, declaró al llegar a Corrientes frente al descalabro que encontró. Su receta fue la misma que en Córdoba: el ajuste, que lo llevó a enfrentarse con los gremios estatales. 

Para entonces, ya era conocido como “El Chancho” y entre correligionarios y opositores, destacaba su mal humor. Aunque como radical se había opuesto a la conformación de la Alianza, que llevó al gobierno a De la Rúa, Mestre asumió luego como ministro del Interior. Ese cargo ocupaba el 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando en Argentina estalló la crisis social y las fuerzas de seguridad dejaron más de treinta muertos en toda la provincia. 

La Policía Federal, que descargó la represión contra los manifestantes de plaza de Mayo, operaba bajo su control y por eso fue imputado. Murió con la sombra de diciembre de 2001 sobre su nombre.