Madre recibió una carta de un caído en Malvinas 37 años después
Los hijos de un suboficial del Ejército, que falleció hace cuatro años, se la entregaron a la mujer que vive en Las Varillas.
El domingo 31 de marzo de 2019 quedará para siempre en la memoria de Manuela Roldán. Ese día, Héctor Wilfredo Gaete y Yito Gaete, dos de los hijos del suboficial principal Miguel Ángel Gaete, fallecido hace cuatro años, llegaron hasta el domicilio de la mujer, en Las Varillas, con una carta que había sido escrita 37 años atrás por su hijo Jorge Ludueña, un soldado caído en Malvinas.
Según publica El Heraldo, los hermanos Gaete viven en la ciudad de Santo Tomé y encontraron el sobre guardado en unas pertenencias, cuando realizaban una mudanza. Su padre buscó por mucho tiempo a los familiares de Jorge pero nunca dio con ellos. Y, este año, en la previa del 2 de abril, Manuela pudo volver a leer a su hijo.
“Queridos Padres: Les escribo estas líneas, para decirles que estoy bien y espero que sepan dónde estoy y que no se hagan problemas porque no va pasar nada, rogándole a Dios. Estas líneas son para contarles que aquí hace mucho frío y que la comida es escasa y espero que esto termine pronto así estás más tranquila. Te cuento que el mes pasado nos pagaron el sueldo y cada uno sacó 20 millones y que pagan todos los fines de mes. Pero mándame el pulóver y un par de medias porque vamos a salir de licencia, todos los fin de semana si salimos de esta”, comienza el texto escrito por Jorge.
El suboficial principal Miguel Ángel Gaete pertenecía a la Compañía Comando de Sanidad del Regimiento 8 de Infantería, y quizás haya sido la última persona que vio con vida al soldado varillense en Malvinas.
Ludueña no murió en combate, sino por una dolencia física. El joven de 18 años, quien había sido incorporado al Regimiento 8 de Infantería en Comodoro Rivadavia y junto a sus compañeros fueron llevados a las Islas del Atlántico Sur, se enfermó por la ingesta de alimentos en mal estado. El frío y el estrés de la guerra hicieron el resto.
Murió el 20 de mayo de 1982 y sus restos descansan en el cementerio de Darwin. La carta nunca fue despachada, pero 37 años después llegó a destino.
Fuente: El Periódico.