Por qué el Día del Niño ahora se llama el "Día de las Infancias"
Con el lema ‘Hay muchas maneras de vivir la niñez’, desde la SENAF del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación renombraron el tradicional festejo del tercer domingo de agosto como ‘Día de las Infancias’.
El cambio de paradigma y enfoque es impulsado por la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
Para sintetizar, esta transformación lo que busca es "posicionar el enfoque de derechos con perspectiva de géneros y diversidad en la forma de representar a la diversidad de las vivencias de la niñez".
El secretario nacional de Niñez, Adolescencia y Familia, Gabriel Lerner, lo explica de este modo:
“Proponemos dejar de decir ´día del niño´, porque queremos celebrar la diversidad de toda la niñez. Es muy importante que el estado acompañe las transformaciones culturales que estamos viviendo e impulse cambios que colaboren en visibilizar inequidades, y favorezcan prácticas más inclusivas”.
El festejo tradicional por el ‘Día del niño’ se celebra en Argentina desde 1960 a partir de la recomendación de la ONU para que cada nación destine un día a promover el bienestar de niñas y niños con actividades sociales y culturales.
"La celebración es de gran valor en el ámbito social y comunitario a lo largo y ancho del país, como una jornada donde niñas y niños son protagonistas y donde el juego y la recreación son también espacios de reflexión y ejercicio de sus derechos", sostiene la Senaf.
La iniciativa propone abandonar la noción androcéntrica de “niño” como sujeto universal y homogéneo.
“Decir niño no alcanza para representar las experiencias heterogéneas y múltiples de la niñez. Desde el Estado queremos nombrar una jornada en plural, que celebre a cada chica, chico, chique, gurí, changuito, mitai en guarani, weñi en mapudungun, y sus diversos modos de vivir esta etapa de la vida”, dijo Lerner.
Ver: Día de las Infancias: ni rosa ni celeste, jugueterías en proceso de inclusión
Otra explicación complementaria se debe a la relevancia de las palabras empleadas para nombrar, caratular y etiquetar a las cosas, personas y subjetividades.
De este modo, las palabras son para nombrarnos y construir el entendimiento del mundo.
El lenguaje no es imparcial, ingenuo y estático.
Es un campo de disputa de sentidos, que "muchas veces cristaliza y reproduce desigualdades", señala la secretaria de Articulación de Política Social, Erika Roffler.