Agosto pintaba mal para los aumentos de tarifas. Ya había un cronograma establecido con los anuncios de subas en el valor de algunas prepagas, de la telefonía, de internet, de los alquileres y de los combustibles. 
En este último caso, en base a la suba del 3% mensual correspondiente a impuestos agregados.

Pero, al menos extra oficialmente por ahora, diversas fuentes próximas al sector energético y al ministerio de economía confirmaron que el gobierno nacional finalmente decidió dar marcha atrás y las tarifas de luz y gas aumentarán en promedio más de un 4% desde el 1° de agosto.

A fines de junio cuando se había comunicado la postergación de los aumentos correspondientes a julio, el jefe del Palacio de Hacienda, Luis Caputo, había señalado que la intención era aliviar los bolsillos de la clase media durante los meses de mayor consumo y ante un invierno que se presentaba muy crudo. 

Por supuesto, se esperaba descomprimir y escalonar el impacto sobre el Indice de Precios al Consumidor (IPC) la madre de todas las batallas para Milei.

Pero sea porque las estimaciones preliminares de la inflación les anuncian buenas noticias o porque necesitan recortar el impacto de los subsidios en el otro pilar discursivo del gobierno (el supuesto superávit fiscal que enorgullece al gobierno) desde Hacienda habrían decidido un cambio de política y autorizar ajustes a partir del primero de agosto con la intención de atenuar el atraso tarifario.

Este nuevo incremento se suma a la suba prevista para los combustibles que podría llegar al 5% y que comenzará a visualizarse en los surtidores en las próximas horas.