Desde comienzos de año, aunque se argumenten diferentes motivos, las restricciones provocadas por el ajuste y la caída del poder adquisitivo de los salarios en todo el país provocaron derrumbes de consumo generalizados.

La búsqueda de titulares sobre el tema trae estadísticas con caídas generales casi en cualquier mes del año, pero también sectoriales: en agosto la leche en su piso histórico, en julio fue la carne, con la caída más pronunciada en 100 años. Y los datos se repiten.

Desde el gobierno persiste un discurso de “fin de la crisis” y “rebote”, pero las mediciones tanto del INDEC como de las consultoras privadas, se empeñan en presentar una realidad muy diferente.

En setiembre, nuevamente, los datos de consumo muestran una caída con muy pocos antecedentes en términos interanuales. Es lo que refleja la última medición de Scentia, la consultora especializada en consumo masivo, según la cual en septiembre el retroceso alcanzó 22,3% en comparación con el mismo mes del año pasado. 

La consultora argumenta que el derrape es atribuible al contexto recesivo actual, pero se conjuga con un alto piso de consumo para la misma época del año pasado, cuando se registraban alzas poco frecuentes en torno al 15% a partir de agosto, parte previsible de un panorama electoral incierto.

Si esto fuese cierto, en octubre y noviembre la estadística reflejará caídas similares, siempre comparado contra el año pasado. Al menos esta es la estimación de Osvaldo del Río, director de la firma responsable del estudio.

La comparación mensual es menos intimidante, claro, porque las caídas más importante fueron en los primeros meses del año y desde abril el consumo se mantiene relativamente estable. Con este panorama, la lectura es que se detuvo la caída, pero no comienza la recuperación.

Otra consecuencia del fenómeno es que las mediciones cambiarán de signo recién después de diciembre. Según Del Río “aun cuando no exista una marcada recuperación en los volúmenes de venta, a partir de diciembre lo más probable es que se reviertan las caídas ya que se comparará con períodos de niveles de consumo históricamente bajos".

En el acumulado del año, en tanto, el consumo cayó 13% mientras que comparados los primeros nueve meses del año con el mismo período del año pasado, el retroceso es de 10%, siempre según el trabajo de la consultora.

Disparidad en la caída

Es muy significativa la diferencia del impacto entre el AMBA, donde hubo una merma de 14,1%, y el resto del país, donde la caída llegó a 27,3% interanual, casi el doble.

También es dispar el impacto en los distintos canales de comercialización. Mientras en los supermercados del AMBA la caída fue de 19,4%, en los autoservicios y comercios independientes esa cifra se acortó a 4,5% dada la incidencia, el año pasado, de los programas de control de precios que regían para los supermercados y, particularmente en la región metropolitana. 

En el interior del país, donde esos controles eran más laxos o inexistentes, las cifras se invierten: la caída más fuerte la anotan los autoservicios y comercios independientes con una baja de 30,8% en sus volúmenes de venta mientras que los supermercados del interior acusaron un golpe algo menor, de 22,9%, en línea con la retracción generalizada.

Por rubro

Cuando se analizan os diferentes rubros, todos caen, pero también con fuerte disparidad. La “tabla de posiciones” se orden así:

  • Impulsivos: 32,3%
  • Bebidas sin alcohol: 26,7% 
  • Bebidas alcohólicas: 25,1%
  • Higiene y cosmética: 24.1%
  • Alimentación: 19,6% 
  • Productos perecederos: 16,8% 
  • Limpieza de ropa y hogar: 16.0 %