El amor que nos negaron: una memoria de la lucha por la identidad de género
Recuperar la historia, para comprender el presente. La lucha de ese momento implica traer a la memoria activistas y militantes que fueron y son pilares fundamentales para contar la historia o en este caso los 10 años de la ley. nº 26.743 ley de identidad de género.
Les compañeres que murieron como Pía Baudracco, Diana Sacayan, Lohana Berkins…y les sobrevivientes, fueron pioneres en la construcción política del reconocimiento como sujetes de derechos. En un contexto abonado de intensa lucha colectiva de movimientos trans y travestis y con sentido de oportunidad política, esta ley se empieza a gestar para luego convertirse en una realidad. Es así como la disidencia organizada, en un momento estratégico, propició que las personas del colectivo trans pudieran contar con una ley que habilita derechos. Una ley que hoy te permite votar como te sientes, te permite el acceso a la salud, permite que en la escuela te llamen como vos querés, cabe aclarar que la misma ley tiene recursos en sus artículos que habilitan que la persona pueda ser llamada como desea aunque no este no tenga el cambio registral o no desee hacerlo. En definitiva, te permite ser quien querés ser, y que ese derecho sea respetado.
En 2010 se conformó el Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género impulsado por Lohana Berkins y conformado por más de 15 organizaciones que lucharon hasta lograr la ley. Finalmente se aprobó el 9 de mayo de 2012. Esto permitió administrativamente que se nos reconozca el derecho a nuestra identidad, y así se convirtió en el primer piso de una seguidilla de derechos a seguir conquistando.
La Ley establece en su artículo 1 que toda persona tiene los siguientes derechos:
a) Al reconocimiento de su identidad de género.
b) Al libre desarrollo de su persona conforme a su identidad de género.
c) A ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada.
En el artículo 2, la ley define que “Se entiende por identidad de género a la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los modales.”
Los primeros trámites de cambio registral habilitados por esta ley fueron “experimentales”, se fue aprendiendo, también en las instituciones, como la universidad, donde lentamente se van identificando y saldando los impedimentos administrativos para que el derecho a la identidad pueda ejercerse de manera plena.
Ya con un recorrido de experiencias fallidas y otras muy buenas, empiezan a emerger las infancias trans, no porque no hayan existido, sino porque comenzaron a tomar estado público. Ahora, el trabajo va dirigido a pensar formas de acompañamiento principalmente a las niñeces trans y a las familias para luego intervenir en las instituciones, a fin de evitar en el presente y el futuro exclusiones laborales y sociales.
En este escenario, los nuevos desafíos de actualización de categorías y formas de comprensión de la realidad del colectivo trans son constantes y no permiten descansar en algo “sabido”. Por ejemplo, en un principio, en el tratamiento de las personas trans, había sólo una clasificación binaria: mujer trans/varón trans. Actualmente las identidades no binarias o fluidas tensan esas clasificaciones. Un reflejo de ello es que a nivel administrativo, se ha avanzado en el registro del DNI con la X, que reconoce la amplitud de las identidades.
Decimos antes que la Ley de identidad de género fue un piso para continuar conquistando derechos. Entre ellos mencionamos la recientemente aprobada Ley 27.636, de promoción del acceso al empleo formal de personas travestis y trans Diana Sacayan - Lohana Berkins. Pero vamos por más, y desde los colectivos de la disidencia apostamos por una ley integral trans, proyecto que fue presentado al ámbito legislativo en 2018 y que apunta a asegurar el pleno ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos de las personas trans, a través de la promoción e implementación de acciones positivas que tiendan a garantizarlos. Incluye los derechos a la salud integral, el acceso a la educación, la inclusión laboral, el acceso a la vivienda digna. Necesitamos una ley que repare en toda su complejidad las violencias sociales e institucionales sufridas por integrantes del colectivo de la disidencia, que aún hoy padece la discriminación en ámbitos educativos y laborales, la represión policial, la falta de vivienda, severas dificultades para el acceso a la salud integral. Por eso, en esta conmemoración nombramos al compañere Eugenio Talbot, quien con su muerte realizó su última denuncia de un sistema que sigue fallando en la insuficiencia de políticas de reparación para las personas trans.
También debemos decir que las muertes, sufrimientos y luchas no han sido en vano, son semillas que comienzan a mostrar sus brotes en las libertades que muches pibes están experimentando, reconociendo sus identidades a edades cada vez más tempranas. La visibilidad de las múltiples identidades es imprescindible para que las personas puedan identificarse, nombrarse, reconocerse. Mientras más visibles somos, más posibilidades hay de que pibes y pibas puedan reconocer su identidad. Es así que vemos hoy cómo personas adultas sienten la habilitación para vivir su identidad como la sienten y se permiten, por fin “salir del closet”, romper los mandatos y desafiarse a vivir con mayor libertad. Muchas otras han quedado atrapadas en identidades asignadas, pero que no les representan, el temor a la discriminación, la exclusión y las violencias sigue siendo aún la llave de ese armario.
Les compañeres que ya no están, sus luchas, su sangre corre y riega las libertades que se van ganando. Reconociendo que ha sido muy difícil transitar espacios como la universidad, la escuela, nos cabe hoy la responsabilidad de generar las vías para que estos caminos se hagan más llanos, más habitables y amorosos.
Y como dijo Lohana Berkins, “el amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo” y lo estamos logrando.
Luz Achaval
Activista feminista por los derechos humanos del colectivo trans. Licenciada en Trabajo Social
Ikal Blatto
Militante estudiantil. Transfeminista. Sec. de Asuntos estudiantiles de la Facultad de Ciencias Sociales
Paula Gaitán
Feminsita. Docente, investigadora y extensionista de la Facultad de Ciencias Sociales