Según datos informales, en el rubro de la gastronomía el registro de evasión alcanza alrededor de un 35 por ciento.

Están incluidos allí los datos de la informalidad de los empleados, agudizada en medio del proceso de crisis actual. La caída en ventas en el último semestre es histórica.

En este contexto, para los trabajadores del sector, las propinas son una parte central. Pese a que no parece una cuestión que resuelve problemas actuales, el gobierno nacional le puso el ojo.

En este particular tema decidió meterse Federico Sturzenegger, hace poco oficializado como ministro de Desregulación y Transformación del Estado.

Vía redes sociales, dijo que trabaja en un proyecto que permitirá el pago de propinas utilizando medios electrónicos”.

Quien fuera funcionario en las gestiones de Fernando de La Rúa y Mauricio Macri sabe que la cuestión no se encuentra en ninguna de las casi 30 funciones de su flamante cartera.

Pero fue tajante en su defensa: Es un proyecto donde todos ganan: trabajadores, empresarios y consumidores. Dar más opciones siempre es beneficioso. De eso se trata un sistema de mayor libertad económica que propone el presidente Javier Milei”.

La cuestión trata de un uso y costumbre, y en esos términos suele estimarse que el pago de un 10% del ticket total suele tener consenso en quienes cumplen con la tradición en bares y restaurantes.

Para mozos, cocineros y demás, los “aportes” de clientes en estos términos suelen estar contados como parte de su salario.

Rápidamente, Sturzenegger se encargó de remarcar que este monto “tampoco será parte del salario, por lo que no generará ninguna contingencia laboral a los empresarios del sector”.

El funcionario agregó: “La propina seguirá siendo voluntaria, de ninguna manera será obligatoria. En definitiva, el único cambio es que podrá sumarse al ticket”.