Sierras Chicas: una capilla del siglo XVIII testigo del comercio con el Alto Perú
El pasado conecta a la Estancia Candonga con el protagonismo que tuvo Córdoba en el trayecto del Camino Real, en tiempos del Virreinato. Entre los hitos, la capilla oratorio de estilo colonial se destaca como una reliquia del siglo XVIII. Un museo que es además Monumento Histórico Nacional.
Ubicada en plenas Sierras Chicas, la Estancia Candonga es un sitio asombroso por su historia, su paisaje y su patrimonio. Distintos hitos arquitectónicos son sin dudas un testimonio que nos conecta con los comienzos del siglo XVIII.
El pasado de este espacio data de los años en que tuvo máximo protagonismo el antiguo Camino Real, que en la etapa colonial era la principal vía de comunicación, transporte y comercio entre el Virreinato del Río de la Plata y el Alto Perú.
Candonga significa “mula de tiro” o “mula de carga” y hay distintas teorías sobre el origen de la palabra, habiendo quienes la asocian a los pueblos originarios y otros a la lengua de Castilla. Aunque, también se advierte su posible origen africano.
Y, aunque no era una estancia jesuítica, su importancia como sitio de paso y posta de mulas la conecta directamente con aquella aquella historia.
La “Estancia del Rosario de Santa Gertrudis”, su nombre original, “fue lugar de atención, de hospedaje, comida y cambio de mulas para las caravanas que se dirigían hacia el Cerro del Potosí y el Alto Perú”, destacan los actuales responsables de la parte privada de la estancia.
Desde 1994, quienes están a cargo de la misma han avanzado en recuperar el antiguo casco de la estancia, un antiguo molino, los viejos corrales del muladar y los dormitorios de la antigua casa-habitación.
Por su parte, la tradicional Capilla de Candonga está en manos de la Provincia, funciona como museo y es una pieza de altísimo valor patrimonial e histórico.
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La Capilla de Candonga, el oratorio testigo de aquel pasado
La emblemática capilla pertenece a la Provincia y es administrada por la Agencia Córdoba Cultura.
Carina Pérez es encargada de este espacio desde hace 18 años y oficia de recepcionista y de guía de cada visitante que llega al lugar. “Pueden pasar; cualquier duda o pregunta me avisan”, les dice con insistencia y sin ocultar sus ganas de “contagiar” su amor por ese espacio.
Carina cuenta que “la capilla fue construida en el siglo XVIII, entre 1730 y 1762 aproximadamente” y “su primer dueño fue Don José Moyano Oscáriz”. Y aclara que ésta no era una estancia jesuítica y que, en cambio, fue un espacio privado. Moyano Oscáriz compró las tierras en 1720, hizo la estancia y luego un oratorio, la capilla.
Fue en esa oportunidad que el propio hacendado decidió consagrar a Nuestra Señora del Rosario como virgen patrona de esta capilla. Es así que la imagen central es la de la Vírgen del Rosario.
Sobre su arquitectura, describe que “tiene una influencia colonial y está dividida en tres sectores: la parte central, la parte de la sacristía y la parte de la habitación”.
“La Capilla consta de una pequeña nave con altar de mampostería. Hacia un costado se halla la sacristía con alacena y hornacina y hacia el otro, la habitación del sacerdote con galería. El arco cobijo del ingreso, prolongación de la bóveda de la nave, le confiere un rasgo singular entre las capillas cordobesas. Se destacan su espadaña alta de líneas curvas y la linterna que apoya sobre la bóveda de cañón corrido”, describe por su parte el sitio de la Agencia Córdoba Cultura.
Esta capilla tuvo diferentes dueños hasta que en 1936 fue donada a la Provincia, mientras que en 1941 fue declarada monumento histórico nacional, explica Carina.
En tanto, sobre la importancia de la zona para el comercio con el Alto Perú, destaca que “en tiempos en que se edificó esta capilla, las mulas eran un animal fundamental para los jesuitas ya que eran animales resistentes a las montañas y se utilizaban para traer o llevar bultos, lo que los jesuitas requerían”.
“Esta era una zona de paso; venían a este sector y se dirigían hacia Ascochinga, a la estancia jesuítica Santa Catalina, luego Jesús María y Colonia Caroya y de ahí avanzaban hacia el norte”, explicó, confirmando que el lugar fue posta de mulas en el pasado.
Una reliquia arquitectónica que fue parcialmente reconstruida
Originalmente, la capilla fue construida en adobes, piedra de cantera y ladrillos, muros revocados con mortero de cal, pisos de baldosas criollas y carpintería de algarrobo. En tanto, Carina explicó que fue en parte reconstruida en el año 1948. Sin embargo, la edificación guarda varias partes y mamposterías originales, con tres siglos de historia.
“Cuando se restauró se hizo el abovedado, se hizo el famoso cañón corrido, se restauró el techo y se revocaron los muros”, explicó.
En tanto, destacó que “lo que se conserva original son las paredes, el piso, los ornamentos de paredes, la puerta principal y parte del tejado”. Sobre las tejas, destacó que se trata de tejas coloniales incorporadas en la reconstrucción, aunque quedan colocadas unas pocas “tejas musleras” originales, fabricadas con el trabajo de los miembros de las comunidades originarias del lugar.
Explicó que “los muros tienen 90 centímetros de ancho, son todas paredes de piedra y adobe y el piso es original, lo único que se restauró en él son las juntas”.
Finalmente, detalló que la construcción fue realizada siguiendo la posición del sol. “La capilla está construida de este hacia oeste, mirando el frente hacia el naciente”, destacó.
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Un museo con símbolos, ornamentos y vestimentas históricas
No es una capilla de grandes dimensiones, pues en el lugar funcionaba el oratorio con su respectiva sacristía, mientras que la habitación del sacerdote era una espacio acotado. “En la parte de la habitación solamente descansaba el sacerdote, mientras que se alimentaba se higienizaba en instalaciones de la estancia”, explicó Carina.
“En la sacristía se van a encontrar algunas vestimentas y objetos que han pertenecido a sacerdotes en el pasado. Algunos datan del siglo XVIII y otros del siglo XIX aproximadamente, aunque no se sabe quién los usó”, describió.
En tanto, en el oratorio o nave central de la capilla se impone su piso original, paredes y techo pintados en vivo blanco, con algunos detalles en celeste y con diseños de aristas en la mampostería, el mobiliario típico de la capilla y las imágenes de las vírgenes en el altar.
“La imagen central, la Virgen del Rosario, tiene las manos y la cara de porcelana, cabello natural y cuerpo de madera, una imagen vestida que lleva algo más de 200 años en ese sitio”, comentó Carina.
Al respecto, destaca que con la misma técnica fueron confeccionadas las otras figuras que se encuentran en las hornacinas laterales más pequeñas, que representan a la Virgen del Rosario y a la Virgen de la Merced. Estas últimas dos figuras sí son originales de los inicios de la capilla.
Aunque el techo fue reconstruido, se destaca en el mismo una linterna, que es la estructura superior con pequeñas ventanas que permiten el ingreso de la luz natural. En tanto, el campanario es del tipo espadaña con tres orificios, donde una de las particularidades es el faltante de una campana, que desapareció en el pasado (habría sido robada), que tenía una inscripción que confirmaba la fecha de finalización de la construcción de la capilla: 1762.
Finalmente, Carina explicó que en este espacio no hay ceremonias religiosas, excepto cuando hay algún casamiento o evento particular, mientras que tampoco se realizan ceremonias musicales como alguna vez se organizaron hasta antes de la pandemia y aprovechando la excelente acústica que presenta la edificación.
Cómo llegar y cuándo visitar la capilla de Candonga
Candonga queda en jurisdicción de El Manzano, en plenas Sierras Chicas. El acceso más directo es por esa misma localidad, ingresando desde ruta E-53 por una calle que tiene pavimento en un primer tramo, pero que luego es de ripio, totalmente transitable en auto particular y tiene una extensión aproximada de 8 kilómetros.
Para poder ingresar a la capilla hay que tener en cuenta que sus puertas están abiertas de martes a domingos de 11 a 17, mientras que durante los meses de enero y febrero ese horario se corre de 12 a 18 hs. La entrada es libre y gratuita.
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