Juan Carlos Saravia de Salta, un señor
El autor de esta serie de notas fue director de la reedición en CD de la obra completo del exitoso y tradicionalísimo cuarteto salteño en el sello RCA Victor, y por lo tanto debió pasar buena parte de un año, en distintos momentos, por la casa en Buenos Aires del histórico conductor del grupo. Allí recogió toda la historia del conjunto y una decena de anécdotas muy buenas y algunas hasta desopilantes
Estábamos y seguramente aún hoy estaríamos casi en las antípodas de las opiniones ideológicas. El por un lado, bien a la derecha, y yo por el otro.
Pero de todas formas pudimos construir una relación amable y tramendamente productiva.
Fue cuando hice la edición en CD de la obra completa en RCA Victor de Los Chalchaleros, el historico grupo que condujo durante toda su camino de más de 50 años.
Saravia siempre me recibió en su casa de Recoleta en Buenos Aires, coqueto y señorial, donde vivía con su esposa Margarita Araóz.
Después estuvimos en unas cabañas de Cosquín, porque en el festival nacional de folklore que allí se celebra, le entregaron un reconocimiento por el medio siglo de carrera de su grupo.
Y siempre fue un caballero conmigo.
Me respetó mucho y yo, claro, fui recíproco, además de que lo admiraba como el creador de un estilo inconfundible de hacer folklore en la Argentina.
A Juan Carlos le divertía mucho la pacatería de su mujer salteña, más allá de que los dos eran pudorosos y recatados.
Por eso repetía siempre una fórmula para aparecer sonriendo cuando lo invitaban a sacarse una foto.
Se suele decir “whisky” para lucir con simpatía. Saravia, pícaro decía: -Sexoooo.
Y Margarita, siempre cerca, lo recriminaba: -Ay, Juan Carlos, qué cosa, ¿te parece…?
Una tarde de es verano, en el bar del apart donde estábamos alojados con nuestras parejas, esperando una entrevista con Rony Vargas en Cadena 3, Saravia me contó cómo fue que Los Chalchaleros grabaron en 1962 la zamba Angélica, escrita en 1958 por Roberto Cambaré, y popularizada dos años después.
-Un día llegamos a la empresa (la RCA Victor) y el presidente nos sorprendió diciéndonos que debíamos grabar Angélica, que ya era un gran éxito en otras versiones, porque seguramente sería un hit hecho por nosotros. Entonces dejamos el tema de nuestra reunión para otro momento y nos metimos al estudio, luego de haber ido a la disquería de enfrente a pedirle al señor que atendía, que nos pusiera un disco la zamba, así copiábamos la letra porque no estábamos muy seguros de tenerle completa. Grabamos en diez minutos y nos fuimos.
El señor de la discográfica tuvo razón: nuestra versión vendió más que todas las anteriores.
Años después concidimos en una fiesta con Roberto Cambaré, quien se acercó para agradecernos que hubiéramos reparado en su canción… aunque nuestra versión tenía un error.
-¿En serio? ¿Y qué error?, le dije, según me contó Saravia.
-Ustedes cambiaron la letra: cantaron “Mis brazos fueron tu nido, tu velo, la luz de la luna entre los álamos”. Y en verdad decía “fueron tu nido, tu pelo, la luz”…
-…Y bueno, aquella vez no habremos escuchado bien…
Juan Carlos Saravia fue el único chalchalero que estuvo en el grupo desde el primer momento, en 1948, hasta el último, en 2002.
Murió en enero de 2020 a los 89 años.