Cuando en la Argentina se asesinaba a los que eran como Paul
En 1966 Titanes en el ring había logrado uno de sus tantos picos de popularidad. La novedad de la lucha libre se fortalecía con personajes que encarnaban o el bien o el mal, un blanco y negro que seduce a las infancias desde siempre. Y si hay ring y golpes y héroes, aunque de ficción y simulados, la fiesta es competa. La estrella de aquel año fue Jean Pierre, el Beatle francés, una víctima de Onganía.
La troupe de Martín Karadagian tenía el bando de los malos y los buenos. En el último se alistaba, entre otros, un personaje simpático que no destacaba por grandes músculos o por una figura atlética, pero sí por un flequillo que para la época era disruptivo en materia de cabelleras a la moda . Su nombre francés, la música que lo acompañaba, el baile acompasado por los sonidos que cambiaron la historia de la música. Todo eso sucedía cuando el presentador anunciaba su nombre y la tribuna enloquecía. Cómo no iban a querer los y la seguidoras de Titanes en el ring a Jean Pierre, el Beatle francés.
Queda para otro capítulo el por qué de la necesidad de mezclar el novedoso rock inglés de Los Beatles con un personaje porteño de origen judío que se hacía pasar por francés. Inexplicable. Sin focus group ni consultoras que indagaran en el público objetivo si tal o cual personaje podía funcionar, Martín Karadagian tiró a al pista a Jean Pierre y no hubo dudas: el amor prendió y el personaje se mantuvo.
Jean Pierre ingresaba al estadio, tras el anuncio de su nombre, vestido como un Beatle más, moviendo el flequillo como John, bailando con poco gracia como Paul, bajo la música estruendosa de Eight days a week. No venía solo: 4 chicas fanas de los de Liverpool bailaban a su alrededor. La magia era completa. ¿Pero por qué se llamaba Jean Pierre y decían que era francés? Inexplicable.
Jean Pierre ya tenía un año de antigüedad en la troupe de Karadagian y era el favorito de muchos de su seguidores. La banda de sonido ayudaba mucho y su sonrisa, que no se perdía ni en las pelas más arduas, hicieron el resto. Sus conocimientos de lucha greco romana no fueron menores para hacerse un lugar en el firmamento de los ídolos de la infancia.
Hagamos la aclaración, por si fuera necesario: Jean Pierre no se llamaba Jean Pierre ni era francés. De nuevo la pregunta: ¿Por qué lo hicieron pasar por francés?
Su nombre real era Alberto Korobeinik y para 1966 tenía 26 años: un pibe de sonrisa entradora. No había forma de no quererlo. Su historia personal lo hacía más querible aun: su padre y su madre eran sobrevivientes del Holocausto, trabajada de estibador en el puerto, vivía en una prefabricada con su novia de siempre y era vecino del Ancho Peuchele. En las playas del rio de la plata, el Ancho le vio habilidades de luchador, lo invitó y Karadagian, buen ojo para las estrella, lo sumó sin dudar.
La felicidad acompañaba a Jean Pierre. Del puerto pasó a ser estrella de canal 9 en menos de un año. Qué esperamos, le dijo a su compañera, para ser padres. La vida era una balada de amor de Los Beatles y en julio de 1966, un domingo inolvidable, la novia de Jean Pierre se internó, pronta a dar a luz.
La Argentina, desde hacía unos días, en julio del 66, retomaba la senda del terror. El dictador de turno se llamaba Juan Carlos Onganía y pese a sus profundas limitaciones, se creían inmortal y presidente vitalicio. La locura mesiánica del pequeño Mussolini estaba en marcha y sus compañeros de armas le daban el visto bueno.
El domingo 17 de julio, Jean Pierre acompañó a su pareja durante todo el día en el hospital. Por la tarde tuvo que dejarla un par de horas: los estudios de televisión los esperaban para un nuevo capítulo en donde representaría al más bueno de los buenos. Caminando con su melena por la Avenida Del Libertador, en la zona de Olivos, muy cerca de la Quinta presidencial que ocupaba el dictador, Jean Pierre sintió que alguien se le burlaba desde una camioneta. Eran dos rugbiers que no lo reconocieron pero sí aprovecharon para algún comentario estúpido sobre su corte de pelo y su andar feliz.
Jean Pierre, que sabía pelear no sólo para la tele, se les plantó a los dos y en cuestión de un minuto, los dos burlones estaban pidiendo perdón de rodillas. El titán del ring, un caballero de los de antes, aceptó las disculpas. Pero una señora, asustada por la pelea callejera, no dejaba de gritar. Y el guardia de la Quinta de Olivos, un policía federal avalado por su nuevo patrón Onganía, sin preguntar ni esperar, no hizo más que disparar. Y a la hora de apuntar, no apuntó a los rugbiers sino al de corte de pelo subversivo como un Beatle y con pinta de haber laburado en el puerto.
Alberto, Jean Pierre, el Beatle francés, el titán del ring más simpático de los ‘60, murió dos horas después. Su niña nació en el anochecer de ese mismo 17 de julio de 1966.