Abrir o cerrar las escuelas, esa es la cuestión
La pandemia se convirtió en el eje de los discursos electorales, no hay dudas. Por dos semanas no habrá clases presenciales con lo cual la provincia debió resignar una de sus banderas. Prenderse en la discusión sobre si son los chicos los que se infectan en las escuelas o son los padres los que infectan a los chicos es una pelea de niños.
El anuncio del Gobierno provincial sobre el confinamiento de dos semanas impuesto en todo el territorio de Córdoba no arrojó grandes novedades, salvo que no habrá clases presenciales y sí en modo virtual.
Hubo una larga discusión sobre la presencialidad, que comenzó siendo técnica y sanitaria y terminó convirtiéndose en un botín de guerra de la campaña electoral que schiarettistas y albertistas/kirchneristas decidieron anticipar y para que la no tienen demasiados miramientos.
La pandemia se convirtió en el eje de los discursos electorales, no hay dudas. Podrá decirse que eso también pasó en las últimas elecciones de los Estados Unidos, que tuvieron a Jhon Baiden y Donald Trump como protagonistas centrales.
Sin embargo, hay una pequeña gran diferencia: la billetera de los Estados Unidos. Allí el Estado está en condiciones de afrontar todos los requerimientos sociales, sin pestañar demasiado. Nosotros, en Argentina, peleamos pero sin posibilidades mayores de encontrar respuestas en el corto plazo.
La Casa Rosada presenta a Córdoba desde hace unas semanas como un foco infeccioso dentro del país que sólo acarrea males. Una actitud destemplada que recibe como respuesta otra actitud destemplada por parte de algunos funcionarios, cual es la de presentar al equipo del presidente Alberto Fernández como un enemigo de la provincia. Eso y volver a los insoportables y nocivos enfrentamientos entre José Manuel de la Sota y Cristina Fernández de Kirchner.
Ese es un riesgo que no es necesario correr y aunque digan que “lo institucional” queda preservado y fuera de discusión, cualquiera de los ciudadanos de a pie tienen la presunción de que la batalla política puede ser peligrosa y generar daños importantes.
Aquí, los números dicen que la pandemia llegó a un extremo complicadísimo, que exigía tomar medidas de manera urgente. Eso está más que claro.
Por dos semanas no habrá clases presenciales con lo cual la provincia debió resignar una de sus banderas. Prenderse en la discusión sobre si son los chicos los que se infectan en las escuelas o son los padres los que infectan a los chicos es una pelea de niños.
Acá lo que realmente importa es que las restricciones se cumplan si queremos que tengan una duración limitada, porque –hay que decirlo– no son pocos los que dicen que este confinamiento provincial irá más allá de las dos semanas posibles. Decir eso hoy no tiene sentido, porque el Gobernador y su equipo tomarán una decisión evaluando la realidad dentro de unos días. Toda esa galería de noticias terroríficas es producto de bombas de humo.
En esta situación dolorosa que se vive, no hay vencedores ni vencidos, no hay patitos feos ni tampoco seres inescrupulosos que tienen como meta destruir Córdoba. Hay sí, una pulseada política fuerte y no aconsejable, más allá de que tengamos una campaña electoral en marcha.