Heridas del alma: el duelo
El duelo es el proceso psicológico que se produce tras una perdida, una ausencia, una muerte o un abandono. Es diferente en cada persona. Es un proceso de adaptación a la nueva realidad en nuestras vidas.
El duelo normal suele estar estructurado por etapas, como la negación emocional de lo sucedido, en el que la persona comienza a distanciarse emocionalmente del hecho, es la ausencia de reacciones, negar es una manera de decirle a la realidad que espere, que todavía no estamos preparados. Surgen frases como “no puede ser verdad”, “no es justo” y “Por qué”.
La ira y toda la rabia suelen realizarse con la gente más próxima aunque el enojo real es con la persona perdida. Todo el enojo que se queda dentro, que intentemos negar, acabará lastimándonos aún más.
La negación es el momento en que fantaseamos con la idea de revertir la situación. El miedo o depresión donde la persona siente tristeza, incertidumbre ante el futuro, vacío y un profundo dolor.
La aceptación no es una etapa fácil, dado que es difícil aceptar que lo que se perdió se perdió y no hay vuelta atrás. Tenemos la alternativa de no aceptar pero una vez llegados aquí nos damos cuenta que si no lo hacemos, el precio a pagar es muy alto, y así nos enfrentamos al duelo patológico o no resuelto.
Lo que distingue el duelo normal del patológico es el escalón en que la persona se queda bloqueada. Sin embargo las personas no pasan necesariamente por todas estas etapas ni en ese orden específico.
Cate Masheder, psicoterapeuta londinense que trabaja con personas que pasaron por un duelo, explica que cuando éste llega no hay ni una sola área de tu vida que no se vea afectada por ese dolor, llega hasta cada parte de ti.
En el pasado pensábamos que con el tiempo ese dolor se hacía más pequeño y desaparecía, pero el enfoque ahora es que ese dolor se mantiene tal y como está, pero nuestra vida crece alrededor de él, es como si nuestra vida se empezara a desarrollar pero siempre alrededor del dolor en el centro. Aunque vamos experimentando muchas otras cosas nuevas en nuestras vidas, el duelo se queda dentro, y en ciertos momentos como en los cumpleaños, aniversarios, Navidad y en otras ocasiones, volvemos a sumergirnos directamente en ese dolor, explica la especialista.
Después cuando esa fecha pasa vuelves a recordar la otra parte de tu vida, ese círculo más amplio. Ese círculo de dolor no se queda para siempre igual de oscuro, de alguna manera cambia de forma y se vuelve menos rígido, pero se queda ahí.
Así que, según Cate, no superas el duelo ni lo dejas atrás realmente, sino que “aprendes a que forme parte de tu vida”.
Cuando perdemos a alguien, sentimos tristeza, rabia, impotencia, miedo y nos duele, lo cual es totalmente normal, pero cuando estos síntomas acaban apoderándose de la persona de manera que aparecen sentimientos de culpa y autoreproches, pueden llevar a un estado de depresión.
El psicoanalista argentino Gabriel Rolón describe al duelo como “una guerra íntima”. Una prueba, tal vez la más dura que nos pone cara a cara con lo que perdimos y con lo que podemos crear a partir de lo perdido.