Los delitos informáticos no se toman descanso
Más intentos de estafas siguen circulando por redes sociales y correos electrónicos. ¿Qué se debe hacer cuando nos llega un link sospechoso?
En plena vigencia del aislamiento social preventivo y obligatorio dispuesto por el gobierno nacional para intentar reducir el impacto del coronavirus al menos una actividad parece haber incrementado su volumen de operaciones: el cibercrimen.
Tal como anticipáramos el pasado miércoles (ver: En plena cuarentena, nuevos intentos de delitos informáticos) en la ciudad de Córdoba se suceden los intentos de estafas para robar datos personales de los usuarios de distintos servicios.
Según los datos relevados por cba24n los intentos se han dirigido a usuarios de plataformas de contenidos on demand (Spotify y Netflix), tarjetas de crédito (Visa, Mastercard) y telefonía celular (Movistar), entre otros.
En todos los casos los usuarios reciben correos electrónicos que les advierten sobre una inminente caducidad del servicio o sobre consumos extraños en períodos recientes.
Dichos correos ofrecen un enlace al cual las potenciales víctimas deberían seguir para completar los datos requeridos.
Tal enlace conduce a un sitio apócrifo, en el cual se almacena la información que brinde el incauto afectado.
La técnica es conocida como phishing y es el delito informático más común de los registrados hasta el momento.
En diálogo con este medio el fiscal contra el Cibercrimen de la ciudad de Córdoba, Franco Pilnik, confirmó que, coincidente con el decreto de la cuarentena obligatoria, han llegado a su conocimiento varios casos de estafas como las mencionadas.
Aunque, por las propias restricciones, las personas afectadas no han podido dirigirse a una Unidad Judicial, la información con que cuenta es consistente con un incremento en los casos.
El funcionario destacó también que el Ministerio Público Fiscal cuenta con herramientas digitales para denunciar estos delitos. Las mismas se encuentran en su sitio web.
Recomendaciones
En caso de recibir un mail en el que se requiera al destinatario que comparta ciertos datos hay que actuar con sumo cuidado.
En primer lugar se debe desconfiar de la originalidad del mensaje: las grandes empresas no suelen enviar correos electrónicos en los que no se identifique claramente al destinatario con su nombre y apellido.
Además, suelen contar con clara identificación del remitente, con un dominio que coincide con el de la empresa en cuestión. Los mails falsos, por el contrario, provienen de destinatarios y dominios que no responden a los oficiales.
La redacción del correo, por otra parte, suele contar con errores gramaticales, al tiempo que apela a un tono imperativo.
Finalmente, las páginas a las que dirigen los enlaces suelen tener variaciones respecto de los sitios oficiales: el dominio presenta alteraciones del nombre correcto de la empresa.
En caso de persistir dudas siempre se debe apelar a los canales oficiales de atención al cliente con que cuenta cada firma.