Las callecitas tienen ese qué sé yo, viste...
Descubrir la calles de Barcelona tiene un encanto especial. Cada lugar es mágico por su raigambre cultural, su arquitectura, su gastronomía, su cosmovisión del mundo, la ciudad del genio de Antony Gaudí se ha ganado un lugar privilegiado en el alma de todos los viajeros del planeta.
Desde Barcelona
Cuando Freddie Mercury inmortalizo el tema “Barcelona” jamás hubiese imaginado lo que hizo por esta ciudad que creció a pasos agigantados en los últimos tiempos hasta convertirse en una de las más cosmopolitas del mundo junto con otras como Nueva York o Londres.
Cada vez que quien suscribe camina esta ciudad en su subconsciente va tarareando la canción de Queen con esa vocalización tan genuina de Mercury. Es que sus calles tienen un glamour, un perfume sugerente que atrapan al turista y al vecino de la ciudad y donde el legado del arquitecto Gaudí marcó un antes y un después.
La ciudad tiene el sello de Gaudí, desde un pequeño negocio hasta sus inmortales obras como la Iglesia Sagrada Familia, La Pedrera, la Casa Batllo y el Parque Güell, entre otros.
La Pedrera fue la penúltima obra de Gaudí, antes de la Iglesia Sagrada Familia que, con justa razón, nunca se terminó ya que sigue en obras todavía. Esta casa es una invitación a la imaginación. Al lado de La Pedrera está la pensión hispanoamericana, donde dormían los trabajadores que ayudaban a Gaudí, luego pasó a ser una galería de arte, una boutique, más tarde se creó la Fundación Cataluña La Pedrera y esto se convirtió en El Café La Pedrera: sentarse en ese lugar es recorrer la vida de este genio de la arquitectura, que a menudo que uno revisa su obra va descubriendo su grandiosidad.
Y hasta hay un plato con su nombre como las Patatas bravas Loire, que son exquisitas, primero se cocinan luego van al horno con romero y especias, espuma de alioli y coronando el plato con salsa de tomate con la figura de los “Guardianes” de La Pedrera en las papas en un decorado sensacional (el plato cuesta siete euros).
Pero Barcelona también tiene playas, que en otra nota le comentaremos. Es decir que uno puede conjugar el arte con el ocio en contados minutos, sin descuidar la espiritualidad, con sus Iglesias sobre todo la Catedral que es majestuosa por donde se la mire y tiene la rara particularidad de tener un gigante sponsor en su frente. Quien hubiera pensado hace algunos años que un cartel publicitario estaría en el frente de una Iglesia, las cuestiones de la modernidad…
Frente a La catedral está el Restaurant Struch, donde su propietaria Neus se esmera hace más de 30 años en hacer sentir a sus comensales mejor que en su propia casa. Y realmente fue así, su mano derecha nos sirvió un pulpo a las brasas a la gallega que es un plato para paladares
exigentes, y degustar ese manjar frente a la Catedral con la música de artistas callejeros fue un
bálsamo. Y este lugar tiene un récord de vender 22.000 (si leyó bien 22.000) paellas por año, hasta que luego empezaron a proliferar otros restaurant que hicieron disminuir su oferta debido a que ya tuvo mucha competencia.
Gaudí vive
Pero no olvidemos a Gaudí y su legado. Un persona despojada de todo materialismo que murió en la indigencia, a punto tal que fue atropellado por un tranvía y hasta el tercer día de su muerte no lo pudieron identificar. Claro él nunca hizo ostentación de su ingenio, ni de sus pergaminos
sociales y educativos, y con la construcción de la Iglesia Sagrada Familia vivía en su despacho
humilde y dentro de la Iglesia hasta que ocurrió este episodio.
Gaudí fue un genio que no necesitaba del consumismo, y la interpretación que tenía de la naturaleza integrada a los edificios era única. Por eso Gaudí no murió, vive por esas callecitas que tienen ese no sé qué, viste…
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