La actividad de reciclado es una actividad compleja, muy ligada al tipo y al origen de los plásticos que se van a reciclar.

La naturaleza de los problemas, las metas y las perspectivas de trabajo varían mucho dependiendo de factores muy diversos, como el tamaño, la localización, la envergadura y la legislación y actitud de las jurisdicciones provinciales, que son las que reglamentan la actividad.

Aquí elegimos dos ejemplos como para ilustrar esa diversidad.

En Córdoba

En nuestra provincia se estima la existencia de no menos de 20 empresas y cooperativas que reciclan plástico. Sin contar las grandes industrias que tienen organizados esquemas de recuperación de sus desechos plásticos en “circuito cerrado” un cálculo preliminar indica que se recuperan aquí una proporción parecida al 5% del total nacional.

Pero el sector tiene limitantes estructurales: la más evidente es que el gobierno provincial no considera al “reciclado” como una actividad industrial, probablemente por desconocimiento de lo que la actividad implica en términos de requerimientos de inversión, consumo eléctrico y ocupación de mano de obra. 

VER: El reciclado de plástico en Argentina creció más de 5 veces en los últimos 20 años

Esto deriva en que una empresa que se dedique exclusivamente al reciclado de plásticos no estraá incluida en el régimen de excepción en el impuesto a los Ingresos Brutos, encareciendo la actividad en un 4,75%.

Consultamos con una de las empresas que mayor volumen de plásticos recicla en Córdoba, con más de 20 años de trayectoria, cuáles son las barreras que enfrenta el desarrollo de la actividad. Puede considerarse un caso representativo de la actividad de las pequeñas empresas en todo el país.

“Las barreras son más por cuestiones de legislación, porque no está claro qué abarca y qué requiere la actividad. Cuesta horrores gestionar una habilitación como corresponde; los funcionarios no saben qué controlar y qué medir, qué debe exigirse para garantizar que la actividad se desarrolle con seguridad y contribuyendo al saneamiento que implica recuperar plásticos” comenta uno de los propietarios.

VER: Qué es reciclar plástico y cómo funciona esa industria en nuestro país

Pero al margen del nivel de exposición que estas dificultades generan, el empresario cordobés resalta que la ausencia de apoyo para una actividad que genera beneficios ambientales sistémicos es el déficit más notable. 

“No tenemos apoyo ni una gestión gubernamental que nos ayude, que nos facilite, que nos dé herramientas, que nos simplifique conseguir equipo, maquinaria, que nos apoyen para que el reciclador se pueda desarrollar, pueda tener las cosas en orden, pueda hacer todo como corresponde, cumpliendo con toda la legislación”.

Como actividad que evoluciona activamente en tecnología, la competitividad se funda en el acceso a maquinaria y equipamiento que permita mejorar los índices de productividad. Y allí no hay repuestas, especialmente en lo que hace a financiación y apoyos para la importación.

Siendo competencia municipal el manejo de los residuos urbanos, constituidos regularmente por una fracción que contiene entre 10 y 20% de plásticos, se podría “trabajar con municipios para la recolección, y con los fletes; tienen instalaciones, tienen equipo, que podrían perfectamente, en vez de mandar a enterramiento, mandar a plantas de reciclado, bien armadas, donde se podría trabajar en conjunto con ellos, con gente que hoy tiene planes” agrega el reciclador. 

Pero todo esto no sucede y en contrapartida “la realidad se parece más a una persecución sobre los recicladores para cerrarlos”.

Megarecicladoras

Probablemente en lo que puede considerarse el “otro extremo” de la experiencia recicladora, están las empresas más grandes del país dedicadas a la actividad.

Reciclar SA es una de ellas: tiene más de 50 años de experiencia en la recuperación de envases y materias primas industriales con líneas de procesamiento de última generación. Además de reciclar, se han integrado verticalmente para la producción de artículos plásticos a partir del material que reciclan, habiendo incorporado tecnología de proceso y selección con los más altos estándares internacionales. Una parte significativa de la producción es exportada.

Entrevistado por Cba24n, Nicolás Pell Richards, Gerente Comercial de la empresa, comentó como es la evolución de la calidad de los materiales que se recuperan en Argentina, haciendo una distinción entre los diferentes tipos de plásticos.

Spot Institucional Reciclar S.A.

Al referirse al PET, el plástico del que están hechos los envases de bebidas señaló que la calidad es razonablemente estable. “Lo que dificulta nuestro trabajo más que nada es la aparición de nuevos envases, sobre todo cuando se cambia de materia prima para fabricar el mismo envase”. Pone por ejemplo, a los envases de lavandina amarillos, que históricamente se hicieron con polietileno de alta densidad y ahora se hacen de PET".

Allí el problema es que, hasta que toda la cadena de acopio y selección de la mercadería advierte el cambio, las empresas de reciclado se enfrentan a productos mezclados, que no pueden procesarse.

Por otra parte, la aparición de cantidades significativas de un nuevo plástico, como el PET amarillo de la lavandina sin ir más lejos, obligan a generar un destino para esos nuevos materiales: algún cliente tiene que comenzar a fabricar un artículo que use regularmente ese plástico amarillo. O sea, las complicaciones también son comerciales.

En todo caso, un buen antecedente de cómo sería razonable que funcione el sistema es el de los envases de leches larga vida que ahora han comenzado a fabricarse en PET Blanco. Una de las empresas lácteas líderes se contactó con las empresas de reciclado para avanzar en un proceso de reutilización de esos envases. Economía circular 100%: quién produce el residuo se ocupa de que se recicle y lo vuelve a comprar para reutilizarlo.

En suma Pell Richards señala que “cuando van apareciendo cosas nuevas, llevo un tiempo hasta que se pueden reciclar, hasta que los proveedores y nosotros mismos entendemos que existe eso en el mercado”.

Tal vez el problema más grave y que es de vieja data “son los artículos cuyo diseño no permite el reciclado”. Pone de ejemplo un artículo absolutamente cotidiano: “los sifones tienen adentro distintos componentes, como goma y metal” y es demasiado alto el costo para que “los proveedores lo separen”. De este modo, materiales que podrían reciclarse, quedan fuera del sistema.

Y en el mismo horizonte: “hay envases que tienen etiquetas pegadas, que no son de materiales compatibles con el reciclado como polietileno o polipropileno, eso también complica”.

Frente a este panorama, Pell Richards sostiene que “una ley de Responsabilidad Extendida del Productor sería de utilidad con objetivos definidos de porcentajes de uso de material reciclado para que no quede solamente en buenas intenciones; sería fundamental para que haya responsabilidad en el diseño y continuidad en el reciclado”.